El gobierno del presidente estadounidense Donald Trump ha dado un giro importante en la política medioambiental, impulsando recortes significativos en una serie de regulaciones ecológicas implementadas por su predecesor, el presidente demócrata Joe Biden. Estas medidas, anunciadas recientemente, incluyen recortes de personal en la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), que es crucial para la investigación climática en Estados Unidos. Trump, quien ha puesto en duda la gravedad del cambio climático, ha decidido desmantelar gran parte de las políticas que fueron diseñadas para mitigar los efectos de la crisis climática y proteger los ecosistemas del país.
La Administración de Trump ha justificado sus acciones bajo el argumento de que estas políticas perjudican la industria energética y económica del país, buscando liberar a las empresas de las estrictas regulaciones medioambientales. Este enfoque es parte de un esfuerzo por revitalizar sectores como la industria automotriz y energética, los cuales fueron severamente impactados por las regulaciones que Biden había planificado implementar para 2032. Sin embargo, el presidente Trump ha activado los procedimientos para eliminar estas restricciones antes de que entren en vigor.

Recortes en la Agencia de Protección Ambiental (EPA)
En lo que el administrador de la Agencia de Protección Ambiental (EPA), Lee Zeldin, ha calificado como “el día más grande y trascendental de desregulación en la historia de Estados Unidos”, Trump ha dado el visto bueno a una serie de acciones que reconfiguran por completo las políticas medioambientales de la nación. Estas medidas incluyen recortes a la EPA y otras agencias encargadas de la regulación ambiental, lo que podría tener implicaciones graves a largo plazo tanto para la salud pública como para el medio ambiente.
Las regulaciones de la Administración de Biden, que pretendían reducir las emisiones de gases contaminantes y aumentar la eficiencia energética, son ahora objeto de una revisión para anularlas. Esto incluye la eliminación de requisitos para que las plantas de carbón reduzcan sus emisiones de carbono, así como la reconfiguración de las normativas de emisiones para plantas de gas. La administración de Trump ha declarado que este enfoque permitirá la “liberación de la energía estadounidense”, una declaración que apunta a una mayor producción de energía sin restricciones medioambientales.
Charles Harper, un miembro de Evergreen Action, criticó fuertemente la decisión del gobierno de Trump, señalando que esta desregulación beneficia a los “contaminadores corporativos”, permitiéndoles arrojar contaminación climática sin limitaciones, lo que pone en riesgo el futuro de las generaciones venideras. De acuerdo con Harper, el ambiente en Estados Unidos se encuentra ahora más vulnerable que nunca debido a la falta de regulaciones estrictas para controlar las emisiones de gases y otros contaminantes.
Eliminación de políticas de agua y justicia ambiental
Además de las regulaciones sobre emisiones, el gobierno de Trump ha decidido revisar y redefinir lo que entra dentro de la Ley de Agua Limpia, lo que ha generado preocupación entre organizaciones ambientales. El grupo Earthjustice ha advertido que esta decisión podría tener consecuencias devastadoras, excluyendo millones de acres de humedales y pequeños arroyos que desempeñan un papel vital en la provisión de agua potable y en la preservación de la biodiversidad en las zonas rurales. Estos cuerpos de agua son esenciales tanto para el abastecimiento de agua como para el desarrollo económico de muchas regiones, especialmente en términos de turismo y recreación.
La EPA también ha comenzado a eliminar las oficinas encargadas de la justicia ambiental, una medida que ha sido vista como un ataque directo a las comunidades de bajos ingresos, las cuales históricamente han sido las más afectadas por la contaminación. Eliminar estas oficinas significa que muchas comunidades ya no tendrán el apoyo necesario para luchar contra los efectos de la contaminación, lo que podría empeorar la situación de salud pública en áreas vulnerables. Estas medidas, según expertos, conducen a un retroceso en la lucha contra la desigualdad ambiental.
La decisión de Trump de avanzar con estas políticas ha sido vista por algunos como una forma de favorecer a los sectores económicos más poderosos, mientras que otros advierten que, si no se toman medidas para proteger el medio ambiente, Estados Unidos podría enfrentar consecuencias irreparables en las próximas décadas.
Reacciones de la sociedad y posibles consecuencias a largo plazo
La administración de Trump ha defendido sus políticas al afirmar que estas decisiones permiten a los ciudadanos estadounidenses un futuro más próspero y sin restricciones que frenen el crecimiento de la industria. Zeldin, por ejemplo, aseguró que las políticas de la EPA están orientadas a abrir el camino a una “era dorada” de crecimiento económico, sin distinción de raza, género o antecedentes. Sin embargo, esta visión optimista es rechazada por muchos analistas y organizaciones ambientales, quienes sostienen que las decisiones tomadas por el presidente son un paso atrás para el país.
Matthew Tejada, director del Consejo de Defensa de Recursos Naturales, advirtió que las acciones de Trump conducen a un periodo de “contaminación desenfrenada” en todo el país, donde los ciudadanos estarán expuestos a químicos tóxicos, aire sucio y agua contaminada. En su opinión, el enfoque de la EPA de Trump es un retroceso significativo en los esfuerzos por proteger la salud pública y combatir el cambio climático, dejando a las comunidades más vulnerables expuestas a graves riesgos para su bienestar.
A medida que la EPA se enfrenta a una reducción presupuestaria del 65% y a un aumento de despidos masivos, las implicaciones de estas políticas en la calidad de vida de los estadounidenses podrían intensificarse, afectando no solo al medio ambiente, sino también a la salud pública y al bienestar social.
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